
Son blancas, pertenecen al mismo campo de cultivo y, aunque tienen la misma edad, algunas ya están calcinadas por la maldad ultravioleta. Esto es lo que sueño a pocos días de que se acabe este perturbador 2019, lo cual marca ya un horizonte de interpretación.
Puedo verlas desde arriba, en picada, como si yo fuera un pájaro o un ojo lunar que, sin esfuerzos ni un exceso de voluntad, hace acercamientos invasivos a los cuerpos de esas rosas. ¿Son mías? No lo sé. ¿De qué se trata esta circunstancia en la que la observación es ya un estar óntico muy objetivo y más bien son ellas, las rosas blancas, las que contienen toda la subjetividad de este sueño alucinado? El sueño no ofrece otra clave que ese mirar las rosas desde una cierta altura, acercándome y alejándome, como en una levitación bocabajo cuyo único fin es calcular los distintos grados de vitalidad o de muerte de esa provincia vegetal.
Algunas de esas rosas están literalmente en la flor de su juventud. De pétalos mullidos que no terminan de abrirse a la luz solar, permanecen erguidas sobre el tallo. También ellas morirán, pero mientras tanto están allí, persistiendo en su belleza. Las calcinadas también son bellas, pero a esas ya no les importa la caricia del aire iluminado o la vecindad de las recién nacidas. Están simplemente muertas. Los pétalos quemados: delicadas ruinas llenas de dignidad. Estas rosas oscuras, jorobadas por el peso de las partículas de carbón, no se avergüenzan. También persisten.
Son las rosas en deterioro las que hacen de ese campo de cultivo una región amarga. Se marchitan y sus pétalos amarillentos no lo aceptan. En mi acercamiento los veo enroscarse, retorcer sus bordes como esos cigarrillos comidos por su propio fuego. No siento pena por ellas. Sólo las observo con mi conciencia desprendida e incorpórea.
Interpretación
En el desayuno, después del supersticioso vaso de agua, le cuento a Alex mi sueño. “Debe ser la vida nomás”, dice él, “las amistades que se marchitan, las que se acaban, las que quedan a pesar de la radiación”. Entonces pienso que son flores políticas y que Alex puede tener razón.
Pero también pienso en el lugar que le reservo a lo heterogéneo en mi propia vida. Como esas rosas plenas, a medio podrirse, todavía hermosas, un poco muertas, así percibo las cosas para mí trascendentes. Todavía están, todavía ríen, pero un día no estarán. Todavía. Aún. Ahora. Yo tampoco. Me queda hacer el esfuerzo por ver y guardar lo verdaderamente importante. Muchas veces fallo y me quedo sólo con el refucilo. Atrapar la electricidad es difícil.
¡Hola! Me encanta el contenido que nos compartes, te invito a que pases a ver mis últimas publicaciones, relacionadas con estas épocas tan maravillosas. Lindo día. 🎄
https://yessicaro.wordpress.com/2019/12/21/ideas-de-regalos-unisex-mujer-hombre/
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Feliz balance de año, Yessica!
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